Sobre esta
base, distintos sectores gubernamentales y privados tienen fijados los
Objetivos de Desarrollo Sostenible como metas claras: reducir a cero el hambre
en el mundo y garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles para
el 2030, pero cumplirlas está muy lejos de la realidad.
Paradójicamente,
mientras que alrededor de 135 millones de personas padecen hambre severa (según
el Programa Mundial de Alimentos), se estima que un tercio de toda la comida
producida en el mundo termina pudriéndose en la basura o dañándose debido a
transporte y prácticas de recolección deficientes.
Estas cifras
indican que el mundo no está bien encaminado para alcanzar estos dos ODS y que
el desperdicio de alimentos es una problemática que no se ha podido controlar.
En Colombia, según el Departamento Nacional de
Planeación, el panorama indica que la pérdida y desperdicio de alimentos está
cerca de los 9,6 millones de toneladas anuales. Los alimentos que más se
desperdician son frutas y verduras: 62 %, 25 % de raíces y tubérculos y por
etapa de la cadena alimentaria, la producción agrícola es el eslabón
responsable de la pérdida de alimentos, con un 40,5 %; distribución y retail,
20,6 %; poscosecha y almacenamiento, 19,8 %; consumo, 15,6 %, y el
procesamiento industrial con el 3,5 %.
José Luis Ocampo |
José Luis Ocampo Aguirre, presidente de la Federación de Gastronomía y Turismo, sostuvo: “El ser humano no tiene conciencia de esta problemática y aplica conceptos de etiqueta o conceptos de manejo social que en los que los restaurantes sirven comidas en cantidades estipuladas por reglas no fundamentas y el comensal no lo consume, siendo botado el restante a la basura”.
Frente a
este panorama, el rol del turismo es determinante. Generar un buen
aprovechamiento de alimentos es una necesidad imperante en el sector, que ha
avanzado al respecto, pero aún queda mucho por trabajar. ¿Cómo lograrlo? Parte desde procesos de capacitación,
conexión desde el productor de alimentos y el restaurantero o el ama de casa
para entender los procesos y la importancia de no botar alimentos, hasta la
creación de normas de no al desperdicio de los alimentos y control por parte de
las autoridades.
“Hoy en día
está el boom de la gastronomía sostenible y la economía circular.
Estamos llamados a incursionar en estos modelos de negocio para contrarrestar
el impacto que estamos generando al planeta por la emisión de gases tipo
invernadero. Debemos recurrir a nuestra creatividad e inventiva y salirnos del
molde técnico, rediseñar nuestros negocios para convertirlos en entes
productivos, innovadores, competitivos, capaces de maximizar el uso de materias
primas y minimizar el impacto ambiental”.
¿Qué cambios se necesitan?
La pandemia trajo cambios representativos para la nueva forma de hacer turismo. La tecnología tiene un papel importante y nace la big-data e inteligencia artificial turística con un manejo de marketing actualizado. El turismo responsable y personalizado es tendencia y se vuelve el de mayor demanda, ya que el turista pretende no tener demasiado contacto con otras personas por los mismos motivos de seguridad de salud pública.
El concepto
de gastroturismo es uno de los grandes cambios. Este busca valorar la
cultura culinaria, gastronómica y artesanal de un pueblo, entendiendo su
historia, geografía, e ideologías de convivencia ancestral; así mismo, fomentar
la importancia de las chagras, el agroturismo, el etnoturismo, el ecoturismo,
la sostenibilidad, la sustentabilidad, las buenas prácticas de aprovechamiento
de los alimentos, la seguridad alimentaria y entender la cadena productiva que
éste conlleva.
A su turno, Edwin
Mojica, de la Federación de Gastronomía y Turismo agregó: “Es la forma como la cocina tradicional se
transforma como una experiencia vivencial para el cliente, mediante la cual se
cuentan historias, se relatan mitos y leyendas, se muestra la identidad social,
cultural y folclórica de un lugar. Se pasa de hacer comida para vender, a crear
experiencias sensoriales, psicoemocionales y socioculturales, a partir del
disfrute del lugar y su oferta gastroturística, en el marco de un excelente
servicio al cliente”.
Es necesario
generar cambios desde el turismo para evitar el desperdicio de alimentos.
Mientras que 2.800.000 mil niños mueren al año por desnutrición, en un banquete
de celebración social (matrimonio, cumpleaños, evento de despedida de fin de
año empresarial), se bota, en una sola noche con 200 invitados, alrededor de 5
kilos de comida, datos que al multiplicar por eventos cada fin de semana y por
año, arrojan cifras que dejan un resultado de entendimiento que las personas se
quejan, pero apoyan con la causa.
Además, urge
que todos los actores involucrados en el turismo y la gastronomía se formen
sobre nuevas maneras de generar experiencias para los turistas. Pensando en
eso, la Federación de Gastronomía y Turismo, el Politécnico Grancolombiano, la
Dirección de Comercio Exterior y Turismo DIRCETUR de Ayacucho Perú y la
Mancomunidad Regional de los Andes, realizan el III Seminario Internacional
de Turismo Gastronómico, los días 16, 17 y 18 de noviembre. Tradiciones
gastronómicas de América Latina, innovación en la cocina y gastronomía,
gerencia y algo más, serán los temas principales del evento, que parte de un
entendimiento de la gastronomía como parte de la actividad turística,
ambientalmente sostenible y fuente de crecimiento económico y desarrollo social
para los pueblos del mundo.
El
presidente de la Federación de Gastronomía y Turismo -FEGAT- puntualizó: “la presión social hace que se vea mal comer
la cantidad que cada persona puede adquirir realmente, así que el restaurante
debería tener la oportunidad de que el comensal pida la cantidad que realmente
va a consumir y el comensal exigir la cantidad que consumirá sin dejar nada en
el plato”.
Fuente: Laura
Ximena Orjuela
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